domingo, 16 de abril de 2017

DEXTER, Pete, “Paris Trout”, Anagrama, Barcelona, 1992.

   

  Desconozco el término psiquiátrico que pudiera definir la personalidad y la conducta abiertamente patológicas del protagonista que da nombre a la novela, pero aun siendo esto clave en el desarrollo de la misma, no lo es menos la visión rápida y certera que Dexter nos da sobre el comportamiento social en una pequeña ciudad en el estado de Georgia, al sur de los EEUU, en los años 50, donde casi todo está corrompido y donde sus individuos carecen de toda moralidad.

   Paris Trout es una especie de avaro prestamista que ha hecho mucho dinero con toda una serie de negocios que, se supone, no son muy limpios. Sin escrúpulos, es un déspota violento que no respeta la ley y que quiere imponer la suya a todos los que le rodean, en especial a los más débiles como son los negros que viven marginados en barrios de la ciudad. Es a ellos a los que presta dinero y vende cosas diversas, a los que estafa y con los que se comporta como un auténtico despiadado. La novela arranca con una deuda, -que no es tal-, que un joven negro, -Henry Ray-, ha contraído con él. Se desplaza, armado y acompañado de una especie de matón que trabaja para él, hasta la casa de aquel y allí dispara repetidas veces contra una adolescente de color, Rosie Sayers, así como contra la madre del joven, Mary McNutt. Pocos días después, la joven negra muere a consecuencia de las heridas y Paris Trout es juzgado. En esos días aparecerán en escena personajes importantes como su esposa Hanna (antigua profesora del estado que dejó su profesión para casarse y que mantiene con él una extraña relación de amor-odio); su abogado, Harry Seagraves (hombre importante de la ciudad, casado con el prototipo de mujer objeto con la que no tiene hijos; individuo atractivo; un tanto cínico gracias a lo que acepta ser el defensor de Mr. Trout aunque sienta por él una cierta repulsión. También el fiscal Ward Tornes, que juega con una ambigüedad que le hace moverse entre su ética profesional y los compromisos, -siempre inmorales-, que tiene contraídos con algunos individuos de la ciudad. Visto desde nuestra perspectiva el juicio es una pantomima cuyo resultado es una condena de tres años, -que se verá reducida a seis meses-, en una penitenciaria del estado, pero la condena parece excesiva a Mr. Trout que con un despotismo absoluto defiende que él sólo velaba por sus intereses y que los testigos han cometido perjurio. Pone en marcha todo su poder, que es exclusivamente económico, y compra por veinte mil dólares un habeas corpus a un juez corrupto. Paralelamente y mostrándose como lo que es, un canalla, iremos viendo cómo su comportamiento entra en una espiral de locura a consecuencia de la cual viola a su mujer, la maltrata sistemáticamente y se comporta como un auténtico psicópata. Hanna Trout, después de vivir con él unas semanas en un estado de pesadilla, consigue que se vaya de la casa común y será en ese tiempo cuando inicie una relación sentimental con el abogado Harry Seagraves, que no es sino la respuesta por parte de ambos a una vida llena de frustraciones, soledades y deseo sexual de ambos. Un nuevo abogado, el joven Carl Bonner, entrara en escena cuando llegue a la ciudad y Hanna Trout le encargue el caso de su divorcio, divorcio que su marido le niega en repetidas ocasiones. Llegado un momento Paris Trout rapta a su madre, enferma en una silla de ruedas y, pertrechado de pistolas y abundante munición, se encierra en el Palacio de Justicia. Allí matará a su madre, con la que tenía una relación patológica y asesina igualmente a los dos abogados, Henry Reagraves y Carl Bonner, para acabar después pegándose un tiro. Cuando abren su caja fuerte descubren que está llena de botellas de su orina así como de sobres con restos de uñas cortadas, con el fin de ser utilizado a su muerte para demostrar que había sido envenenado. Su mujer vende la casa y se marcha de la ciudad pero ya nunca volverá a ser la misma porque en sueños oye la voz de su marido pidiéndole ayuda.

   Estamos ante una ciudad llena de corruptos y cobardes, donde lo que importa es el dinero, la corrupción, las tradiciones familiares y donde la justicia procesal y penal dejan mucho que desear. Una ciudad que condenó sólo a medias un asesinato por haber sido realizado en la persona de una niña negra, por alguien a quien la ciudad teme y al que permite que vaya desarrollando un proceso de locura y violencia que dejará muchas víctimas tras de sí.

   Una abierta crítica a la sociedad sureña americana realizada con un estilo limpio y sobrio en el que no sobra nada y con el que el autor nos conduce a un final que no puede ser sino demoledor.


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